Colombo, el "otro" arquitecto
Pese a que el boceto original sufrió modificaciones y la obra, tras sucesivas demoras y paralizaciones, se completó sin su presencia, a Norbert Maillart se lo identifica como el arquitecto que firmó el proyecto del Palacio de Justicia. Menos renombrado fue su colega italiano Virginio Colombo, quien también marcó una impronta en el edificio.
Colombo fue contratado -junto a sus coterráneos Achille de Lázzari y Mario Baroffio Covati- por el Ministerio de Obras Públicas para ejecutar las decoraciones de la fachada del Palacio. Llegó a Buenos Aires en 1906 y, tras completar el encargo, decidió radicarse en la ciudad. Aquí desarrolló una prolífica carrera y concibió algunos hitos de la corriente Art Noveau local, hasta su trágica muerte en 1927, a los 42 años, cuando fue hallado en su estudio con un disparo en la cabeza en circunstancias nunca aclaradas.
Nacido en Milán en 1886, referente del estilo modernista bautizado “liberty milanés”, Colombo se formó en la Academia de Bellas Artes de Brera, donde fue discípulo de Giuseppe Sommaruga. En la capital argentina se casó con Raquel Giovanola, hija del escultor Cesare Giovanola; y realizó más de 50 obras, casi todas emplazadas en prósperos barrios céntricos de entonces, entre las que se destacan la Casa Calise (Hipolito Yrigoyen 2562) y la llamada “casa de los Pavos Reales” (Av. Rivadavia 3216, caracterizada por las figuras de estas aves decorando sus balcones de granito rojo), que datan de 1911 y 1912, respectivamente; y la actual casa de la provincia de San Luis, en la Ciudad de Buenos Aires. Antes, había sido premiado con la Medalla de Oro por dos pabellones que proyectó para la exposición del centenario de la Revolución de Mayo.
Viviendas particulares, locales comerciales y edificios de renta o alquiler conforman el mayor volumen de su acervo arquitectónico. Algunas de sus creaciones (el teatro Andrea Doria, la Villa Carú y la Casa Garbesi) fueron demolidas en la segunda mitad del siglo pasado. Otras, como el edificio de la Società Unione Operai Italiani, lucen abandonadas o deterioradas. El haber trabajado para familias de la pequeña burguesía y no haber participado de grandilocuentes obras estatales o institucionales (más allá de su aporte a la ornamentación del Palacio de Justicia), explica por qué su nombre no alcanzó una mayor notoriedad.
Colombo nunca integró la Sociedad Central de Arquitectos, ligada a los círculos más prestigiosos de la profesión, ni recibió homenajes o reconocimientos post-mortem. Pero los elementos decorativos que pueblan la fachada del Palacio, así como los frentes de incontables viviendas porteñas que exhiben cabezas de leones, halcones, dragones, siluetas de mujer y demás motivos ornamentales, mantienen vivo su particular legado.