Agustín Díaz Bialet
Nacido en Córdoba en agosto de 1911 (las fuentes disponibles difieren en cuanto a la fecha exacta), Agustín Ramón Alberto Díaz Bialet, ministro de la Corte entre 1973 y 1976, se vinculó con la ciencia jurídica desde la cuna: nieto, por parte materna, del médico y abogado español Juan Bialet Massé, e hijo de Santiago Felipe Díaz –quien presidiera el Tribunal Superior de Justicia cordobés y fuera profesor titular de Filosofía del Derecho y de Derecho Comercial–, estudió en el Colegio Nacional de Monserrat y en la Universidad Nacional de su provincia, donde se graduó en 1934 y obtuvo el doctorado cuatro años después con una tesis sobre el concepto católico tradicional de la propiedad.
Especializado en Derecho Romano, desarrolló una extensa trayectoria en la docencia, tanto en el rol de titular de aquella cátedra como a través de la enseñanza de literaturas comparadas y de literatura española y americana –otras de sus pasiones– en diversos establecimientos secundarios y de educación superior. Entre 1948 y 1956 dirigió el Instituto de Derecho Romano y en 1953 asumió como vicedecano de la Facultad de Derecho cordobesa.
Por su adhesión política al justicialismo, “su brillante carrera docente universitaria fue injustamente interrumpida por las convulsiones políticas tan propias de nuestro país” cuando, tras el golpe de Estado de 1955, lo despojaron “sin siquiera forma de juicio alguno de la cátedra que había conquistado por merecimientos propios y que había honrado en los largos años de su excepcional desempeño”, escribió Carlos Octavio Baquero Lazcano, autor de una semblanza sobre su figura.
Más tarde se vinculó con la Universidad de los Jesuitas (luego Universidad Católica) de Córdoba, cuyo primer estatuto contribuyó a redactar, y que en 1977 lo honraría con el doctorado honoris causa.
Allí, entre otros roles, fue profesor titular, decano de Derecho, miembro del consejo académico y creador de la Escuela de Ciencias Políticas, Sociales y Diplomacia, antecedente directo de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Designado juez de la Corte Suprema nacional por el presidente Héctor Cámpora en 1973, permaneció en el cuerpo como ministro decano hasta el inicio de la dictadura instaurada en marzo de 1976.
Compartió el tribunal con Ernesto Corvalán Nanclares, Manuel Arauz Castex, Héctor Masnatta, Miguel Ángel Berçaitz, Ricardo Levene (hijo) y Pablo Antonio Ramella.
Formó parte de una Corte que afrontó el desafío de restablecer el imperio de la Constitución y, en palabras de Juan Carlos Maqueda, “humanizar el proceso judicial, expresando con claridad y transparencia la preeminencia de ciertas filosofías sociales tendientes a valorizar el cumplimiento de los objetivos del preámbulo” de la ley fundamental. Plasmó esa orientación en fallos que reivindicaron la independencia de poderes y la defensa de los derechos sociales.
Sus gestiones durante aquella etapa impulsaron, además, la construcción del edificio de los Tribunales Federales de Córdoba, cuya sala mayor de audiencias lleva su nombre, al igual que un sector del Parque Sarmiento en las cercanías de dicha sede.
A lo largo de su vida académica, escribió obras como La recepción del derecho romano en la Argentina, El derecho romano en la obra de Vélez Sársfield y Tendencias actuales del estudio del derecho romano. Recibió múltiples distinciones como la orden al mérito de la República Italiana y el título de “Maestro del Derecho” que le otorgó la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Brindó numerosas conferencias en congresos nternacionales, fundó la Sociedad Argentina de Derecho Romano e integró la Academia Romanística de la Universidad de Perugia.
El ministro Juan Carlos Maqueda sostuvo al rendirle homenaje que “su espíritu, su trabajo constante, su lucha por las convicciones de las que nunca renegó, nos hacen reconocerlo como un ejemplo”. Lo definió como “un hombre austero, de principios claros y fe profunda (...), un ciudadano que defendió, desde la ciencia que abrazó, la construcción del bien común en el respeto de la justicia y la equidad”, y agregó: “su actuación pública nos habla de un compromiso inclaudicable con la democracia, la paz, y de una vigorosa vocación por defender una cierta idea de la patria, allende los agravios y perjuicios que depara el compromiso cívico”.
Díaz Bialet –cuyo hermano Alejandro ocupó una banca en el Senado de la Nación en 1973– se casó con María del Carmen Gavier, tuvo seis hijos y falleció el 17 de mayo de 1993.